
Sin conocer la TVP o terapia de regresión, nuestra alma, escoge para nosotros, vida tras vida, las circunstancias y contextos necesarios para nuestro aprendizaje y crecimiento como alma. Es decir, escoge un cuerpo, sexo, padres, sociedad, geografía y momento histórico concretos para nacer y vivir unas experiencias concretas.
Nuestra alma, lucha vida tras vida por crecer, por mejorarse, pero una vez se introduce en un cuerpo pierde consciencia de su esencia y de su auténtica naturaleza eterna e inmortal, de tal modo que el nuevo ser nacido vive, en la gran mayoría de los casos, sin consciencia de su pasado inmortal ni de sus objetivos para la encarnación actual que le ocupa y corresponde vivir.

La mayoría de religiones y filosofías del mundo hablan y saben de este aprendizaje del alma, ahora bien, algunas de ellas hacen un uso manipulativo de este conocimiento para adoctrinar y crear fieles y dogmáticos seguidores; y muy importante, se convierte este saber, el de los auténticos creadores de esos movimientos religiosos o filosóficos, en algo imposible o muy difícil de repetir o de vivenciar por los seguidores.

Con la TVP muere la fe ciega y el dogmatismo filosófico o religioso en lo concerniente al alma, a su existencia inmortal, al auténtico concepto y verdad sobre el Karma; se conoce la verdad sobre los guías espirituales, sobre Dios y sobre cómo crecer espiritualmente y desarrollarnos.
Quien realiza sesiones de regresión, tanto si pretende la curación de una enfermedad física, mental o emocional, como si pretende hacer un trabajo de conocimiento evolutivo de nosotros mismos trascendiendo esta vida presente, unos y otros, adquieren los conocimientos y consciencia que le permiten, en una sola encarnación, la presente, solucionar multitud de asuntos pendientes del pasado y conocer todos los aprendizajes y lecciones a vivir y a superar en esta vida; en este sentido, la TVP se convierte en un acelerador evolutivo, pues permite en una sola encarnación, por primera vez en la historia conocida, y crecer por encima de los conocimientos y condicionamientos habituales.

MIGUEL ÁNGEL DARSHAN
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